martes, 31 de mayo de 2011

Caprica

En una anterior entrada hablaba de los mundos virtuales en el cine, pero esta serie creo que se merece una mención exclusiva.

Caprica es la precuela de Galactica, así que ya nos podemos imaginar que se trata de una historia de ciencia ficción poco corriente. Si los tripulantes de la “estrella de combate” (penosa traducción literal de un concepto que significa “nave estelar de combate”) se enfrentaban a unos “cylon” metafísicos, preocupados por su origen y su papel en el orden universal, en Caprica se nos trata de explicar cómo se llegó a esa situación, pero lo que más me llama la atención es el hecho de que se nos esboce una idea muy interesante:

Utilizando la “Holobanda”, un sistema para acceder a una realidad virtual que nos permite vivir experiencias con sorprendente verosimilitud, puedes tener la apariencia que desees y en su entorno puedes establecer relaciones sociales, trabajar, practicar deportes de aventura, sexo sin límites o una violencia extrema ¿os suena de momento?.

Pero además aquí se nos plantea la novedosa posibilidad de traspasar todos los conocimientos y la personalidad de alguien a un “avatar”, que así pasa a ser una copia virtual, “digital”, de esa persona. Desde entonces, ese avatar no sólo piensa y siente como la persona original, sino que se mueve por un mundo sin límites reales y además es inmortal.




El hecho de que el avatar de Zoe adquiera consciencia de su protagonismo justo después de la muerte de su persona “original” nos sugiere también una llamativa trascendencia poco menos que religiosa.

Es curioso cómo la ciencia ficción se ocupa recurrentemente de estos temas. Dejando atrás autores como Orson Scott Card, la transformación de Zoe me hace pensar en una planteada mucho antes, cuando Arthur C. Clarke, en 2001, convierte a Bowman en “el hijo de las estrellas”, un ser que es energía pura, inmortal y que se mueve por un universo sin límites para él.



En aquél entonces, Clarke aludía a que una raza inteligente había logrado progresar tanto que había conseguido llegar a prescindir del cuerpo, creando seres inmortales, todo inteligencia y todo energía, seres que en definitiva tienen las características del alma cristiana, pero a los que se llega más por avances técnicos que espirituales.



En Caprica vemos algo similar, pero a lo que se llega mediante avances informáticos y nos permite movernos por un mundo virtual que llama la atención por su realismo, pero en el que al mismo tiempo nos encontramos con unas reglas totalmente distintas a las del mundo real.

Y no sólo eso. Ese avatar, esa creación informática, puede ser nuestra alma, la consciencia que nos trascenderá cuando nuestro cuerpo muera y que vivirá eternamente en un cielo virtual. Si eres creyente puede que albergues la esperanza de que algo similar te pase cuando mueras. Pero ahora ya no tienes que "creer", puedes tener la certeza de que tu alma vivirá eternamente en una existencia inmaterial, pero palpable, certera, que puedes experimentar sin dudas… ¿te imaginas que implicaciones tendría eso?.




Está claro que los guionistas de Caprica conocen las características de Second Life y otros mundos virtuales inmersivos, pero han ido mucho más lejos de lo que normalmente vamos, alargando las posibilidades del concepto de manera inesperada.

Todo esto me hace reflexionar sobre las habituales críticas que recibe SL de haber sido un fiasco. Está claro que la idea sirve, que plantea unas posibilidades de desarrollo sólo limitadas por la imaginación y que el concepto es absolutamente válido y lo seguirá siendo en el futuro. El hecho que que se hable de Second Life como idea prematuramente fracasada es algo que abordaremos más adelante.



De momento, nos contentaremos con seguir viendo cómo en Caprica sacan partido a la idea, cuyas posibilidades técnicas, sociológicas, psicológicas, morales e incluso espirituales están explorando, de momento, con bastante acierto.

Saludos,




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